jueves, 28 de febrero de 2013

De la pequeña grandeza.

Tan grande parece la luna, con lo que pequeña que es si la comparamos con el sol.
Tan grande parece el sol, con lo pequeño que es si lo comparamos con la vía láctea.
Tan grande parece la vía lactea, con lo pequeña que es si la comparamos con el universo infinito.
Tan grande parezco yo a tu lado, con lo pequeño que soy si me comparas con la luna.
(y a esta con el sol, a este con la vía láctea y a esta con el universo infinito...)

miércoles, 27 de febrero de 2013

Una proposición en la casa de Julieta.

Como un solsticio seguido de un equinoccio.
Como un concierto seguido del silencio.
Como un beso seguido de un suspiro.
Como un verso seguido de un punto final.
Como un infinito seguido de un abismo.
Porque tu eres mi solsticio, mi concierto, mi beso, mi verso, y mi abismo.

Constelaciones cervicales.

Mira el cielo, ¿Y esa mierda? Nos hemos perdido, había nubes donde no debería haberlas. ¿Y esas estrellas? Aullando para que las oigas, quieren hacerse ver, pues saben que quieres ser una de ellas.
Mira tu espalda, ¿Y esa mierda? Me he perdido, hay ropa donde no debería haberla. ¿Y esos lunares? Gritando para que los oiga, quieren hacerse ver, porque saben que quiero ser uno de ellos.

Va de ilusiones.

De ilusiones, se pinta la vida. De sonrisas por hechos no ocurridos, de esperanzas, de deseos.
Sensaciones que remueven tu interior y llaman desesperadamente intentado salir, evadirse de ti, sin pensar que eres tu el que no puede evadirse de ellas.
Y abrazos y besos no dados.

martes, 26 de febrero de 2013

Aquí, cerca.

Que la tuve delante, como un sueño de los ojos abiertos. Se paró todo, aunque ella y yo seguíamos en movimiento, cubriéndome de ella, cubriéndose de mi. Elipses de besos, espirales de miradas y círculos con las palmas de mis manos en su espalda.
Pero se fue, se alejó. Cerré los ojos y ahí tampoco estaba. Ni mi sueño, ni mi despertar. Más bien fue mi onirismo, mi disolución de la realidas. Mi dosis de madrugada, de miradas abrigadas por los párpados.
Y con ella cesaron las elipses, las espirales y los círculos. Todo comenzó a moverse de nuevo, y yo, quieto otra vez, paralizado.
Yo y mi sombra. Descubierto, en línea recta.

Lo más importante.

Porque en realidad, no importa:

Ni el qué.
Ni el quién.
Ni el cómo.
Ni el cuándo.
Ni el dónde.

Que sólo importa que te quiero, a ti, como nunca he querido a nadie, desde antes incluso de conocerte, y aquí, a tres milímetros de tu boca o estando cada uno en una punta del mundo.
Tu, aquí importas tu.

El eterno conformista.

Cuánto nos gustan las personas conformistas, ¿verdad? Y qué envidia nos dan... son felices con cualquier cosa, algo envidiable, sí, puede serlo si lo vemos así.
Pero podemos profundizar un poco más. ¿No es un poco egoísta que una persona que da mucho no reciba nada? Y es que no es sólo eso. Es muy fácil satisfacer a un conformista, al mínimo esfuerzo se le saca una sonrisa. Un mínimo esfuerzo del mismo resultado que un analgésico ante una gripe, que calma los síntomas, pero no cura la enfermedad.
Y este es el problema del conformista, del eterno conformista. Porque al final, el conformista se cansa. 
Porque a veces apetece encender el móvil y ver un mensaje extenso, una muestra de sentimientos plasmadas en unas líneas, (todos sabemos que no cuesta tanto) o un beso, abrazo o caricia sin pedirla, o simplemente un trato igual. No es tan difícil. No vale la excusa de "No sé cómo hacerlo..." porque podemos guiarnos perfectamente por los actos de esa persona hacia nosotros. Además, pensando fríamente en el tema, a fin de cuentas es un conformista, va a conformarse con lo que sea.
Pero claro, es demasiado fácil acostumbrarse al conformista.

lunes, 25 de febrero de 2013

Escalera a la luna.

Algún día habrá una escalera lo suficientemente alta como para llegar a la luna. Y cuando llegue ese día, dejarás de desearla tanto, porque ya será tuya. Porque lo que tanto te encanta de la luna, es que es imposible de bajarla, de tenerla.

domingo, 24 de febrero de 2013

Tiempo.

Que de lo relativo que es el tiempo, mira por donde, todo lo invierto en pensar en ti.

martes, 19 de febrero de 2013

Triste sociedad.

Lo deprimente que resulta pensar que el canon de belleza de la sociedad que te rodea es la anorexia.
Sin rodeos. Que se te marquen los huesos no es sinónimo de belleza. Ni el peso de una persona determina la belleza.
Un término tan relativo como la belleza relacionado con la delgadez extrema. Y ojalá el único problema de éste canon fuese la enfermedad física (desnutrición, anemia, anorexia, bulimia...) sino que también es una enfermedad mental. Y todo por encajar en una puta sociedad.
Somos muy tajantes ante temas como la homofobia, el racismo, la xenofobia, el machismo...
¿Y la discriminación ante las personas con sobrepeso? ¿Quién dicta la superioridad ante las de menor peso? ¿No se puede encajar en una sociedad que supuestamente es igualitaria? 
Este "Canon de belleza" sigue siendo una discriminación que obliga indirectamente a las personas a mantener un peso, como si se tratara de una norma necesaria para formar parte de una sociedad.
Y lo peor y más preocupante, es que los mismos que se quejan de este problema, son los mismos que deciden acercarse a las personas de menos peso, de mirar con superioridad a las de más, y anteponen la condición física de una persona a la personalidad.
Y así nos va. Para ser alguien, ya puedes tener una talla inferior a la 36, ¿No? Triste. 

No hay ni que decir que esto NO es belleza. ¿O si?


Bájame la luna.

Que te pidió la luna.
Buscaste mil maneras de bajársela, aun sabiendo que es imposible.
Te rompiste la cabeza, pensando cómo hacerlo (Sueñas con tenerla entre tus manos sólo para hacerla feliz...) Y en realidad no la quiere. Sólo quiere un beso. 
(Un beso, y saber, que si fuese posible, se la conseguirías.)

Y que su cachito de luna, eres tú.

Combustión.

Fue tu culpa. (O tal vez la mía...)
De darme todo, y de pronto, nada.
Brillabas... Te apagaste.
Vete. No porque quiera que te marches, sino porque quiero verte volver.
Vuela. No porque quiera que subas alto, sino porque quiero cogerte al caer.
Ódiame. No porque quiera que me odies, sino porque quiero que veas que me necesitas.
Ámame. No porque quiera que me ames, sino porque quiero que veas lo que duele amar.
Bésame. No porque quiera... (Si, si que quiero) ...hazlo.
Brilla. De nuevo. Pero no te apagues. 

Suicidio emocional.

Tengo miedo. Miedo de tus silencios, de tus dudas, de tus miedos. De los finales, mis finales, nuestro final.
No tener la ventaja de saber qué pasa por tu mente. No tener la ventaja de poder adelantarme a cada silencio, a cada duda, a cada miedo. A los finales, a mis finales, a nuestro final.
Miedo a que se rompa. Que nos rompamos, que se rompa.
Callar es un suicidio emocional, y tu, tan suicida, callada, llena de dudas y miedos.
"Y yo tan vacío, impotente."
Me estás tapando los ojos con la venda más opaca y oscura que existe: La duda.
Que ya dudo de tus silencios, de tus dudas, de tus miedos, de los finales, de mis finales, de nuestro final. De lo que somos, y lo que seremos. Y puestos a dudar, duro de lo que fuimos.
"Confío tanto en ti que dejaré que me traiciones."
Y si me quitas la venda, si me confías tus pensamientos, esos miedos, (¿Tal vez miedo a romperte?) puede que pueda arreglarte antes de comenzar a quebrarte.

lunes, 18 de febrero de 2013

Una emanación directa de la naturaleza.

Hay dos pruebas de la existencia de Dios.
La primera de ellas y la más importante, es el cuerpo de la mujer. 
El artista y la modelo. 

Con M de Mónica (O madre... o mi puta vida)

Esa persona que sin conocerte te quiere como nadie.
Esa protección, las manos que te sujetan cuando vas a caer.
Esa vida que te regala, gratuitamente, a cambio de nada, sin intercambios, ni tratos, ni pactos, sólo por ser tu.
Esas lágrimas que son como un espejo, de la desesperación de no poder evitarlo cuando ella lo hacía.
Esos viajes a su lado, irrepetibles, inolvidables.
Esos cuentos que se inventaba cuando no podías dormir.
Las sonrisas que te sacaba en los peores momentos.
Los esfuerzos para que fueras feliz.
Esa persona que lo es todo para ti, y tu todo para ella.

Esa soledad, ese vacío, ese sentimiento que nadie llenará cuando la pierdes, cuando se va. Esas lágrimas.

domingo, 17 de febrero de 2013

Pecados capitales: VII

Soberbia. [Que nos coma el ego]

Pecados capitales: VI

Envidia. [Llegar a desear ser otra persona]

Pecados capitales: V

Ira. [Perder el control]

Pecados capitales: IV

Pereza. [Y perderte en los sueños]

Pecados capitales: III

Avaricia. [De mi puto egoísmo] 

Pecados capitales: II

Gula. [Mi puto hambre de ti]

Pecados capitales: I

Lujuria. [Éxtasis]

Vertical y trasversarl.

 

Vertical y transversal, soy grito y soy cristal, justo el punto medio, el que tanto odiabas cuando tú me provocabas aullar.

Una de terror.

Formar una vida de situaciones de pánico, de un miedo inexplicable.
Y ese miedo a encontrar a nuestra mitad. Un espejo de carne y hueso.
Y ese miedo a alejarnos de esa mitad. ¿Por qué? Piensa que, si es tu mitad, la volverás a ver (ninguna mitad es capaz de ser sin su otra mitad) y los reencuentros son extraordinarios
Y ese miedo a mostrar nuestros sentimientos por miedo a que nos hagan daño, ese miedo inexplicable.

Y el miedo a la inmensidad. A resultar insignificante. 

De lo que tengo miedo, es de tu miedo.

Que decía.

Que pensaba que decía que tan sólo quería hacerse un hueco en su cama.
Pero no esa sólo en su cama.
Era en su vida. 
Hacer de las veinticuatro horas del día un pecado.


 BUENOS DÍAS.


BUENAS TARDES.


BUENAS NOCHES.


BUENAS MADRUGADAS.

"Muérdeme la boca, los labios, la legua. Aráñame la espalda, el culo, los hombros. Acaríciame la barbilla, la nuca, el mentón. Debórame el alma, el cuello, el corazón."


"Detrózame.
Rómpeme.
Desgástame.
Párteme.
Quémame
Cómeme."

And I told you to be kind.



 Come on skinny love just last the year.

El instante.

Esos segundos antes del beso, que sabes que va a pasar pero aun falta un segundo y ese segundo se hace casi eterno.
Que se miran sonriendo con ganas de comerse la boca pero alargan al maximo el momento.
"Hasta que no podemos más..."

sábado, 16 de febrero de 2013

Nada dura tanto como para etiquetarlo de "Para siempre"

Decís que el "para siempre" no existe, que carece de significado, que se utiliza demasiado.
Estoy de acuerdo.
¿Pero no habéis llegado a pensar que sois vosotros mismos quienes hacen que haya perdido valor? Utilizando este término incluso cuando sabéis que no es el adecuado, viendo el final de algo lo nombráis como si fuese eterno.
"Te querré para siempre" decís, cuando sabéis que algo acabará, porque todo acaba. ¿Es miedo de que acabe? El miedo no os da derecho a utilizar este término eterno.
No lo uséis más. Porque abrid los ojos, ¿ves? Nada es eterno. ¿Y si todo se termina por que hay que comenzarlo? Para que gilipollas, sigan etiquetando con un "para siempre", cosas con fecha de caducidad.

Sin conocerte, ya te quiero.

Y es curioso, o tal vez simplemente una burla de la vida, que la persona de la cual nos enamoramos es, en la mayoría de las ocasiones, aquella que muere a nuestro lado y conocemos a medio camino, y no esa que nace a nuestro lado y con la cual no morimos.
Y tal vez, siendo aún más curioso, no hemos llegado a pensar que no hay amor que llene más que el materno, puesto que es un "Sin conocerte, ya te quiero", y que el otro tipo de amor, el de pareja, es un "Te conozco, y ya te querré".

Puta locura, dijo. Y no, no estaba loca...

Sólo lo aparentaba. Y a veces, aterrados a reconocer un sentimiento, sólo nos escondemos bajo la locura, utilizándola como si fuera un disfraz o una capa o un abrigo, simplemente por miedo, de que tal vez, el loco parezca más cuerdo, y así, el cuelo, más loco. (¡Joder! NO LO MERECE). No es la locura un disfraz o una capa o un abrigo. No es una máscara tras la cual esconderse. Es la cara A, siempre la cara A. Y es que todo está barnizado de ello, tan sólo una pizca o quizás en grandes cantidades, ya qué más da, da lo mismo, no quedan cuerdos en el mundo...
Y si los hay, están escondidos bajo la locura. Es lo que se lleva, la excusa perfecta.

Cuando el sol no quería salir porque había pasado la noche sin ti.

Tendré que mirarte por un telescopio, buscar tu señal en la radio, subir a la nave sin un copiloto que sepa cruzar el espacio, siguiendo la estela que deja el cometa que va donde digan tus labios, así me perdí en tu universo de noches fugaces y días extraños.