Que la tuve delante, como un sueño de los ojos abiertos. Se paró todo, aunque ella y yo seguíamos en movimiento, cubriéndome de ella, cubriéndose de mi. Elipses de besos, espirales de miradas y círculos con las palmas de mis manos en su espalda.
Pero se fue, se alejó. Cerré los ojos y ahí tampoco estaba. Ni mi sueño, ni mi despertar. Más bien fue mi onirismo, mi disolución de la realidas. Mi dosis de madrugada, de miradas abrigadas por los párpados.
Y con ella cesaron las elipses, las espirales y los círculos. Todo comenzó a moverse de nuevo, y yo, quieto otra vez, paralizado.
Yo y mi sombra. Descubierto, en línea recta.
martes, 26 de febrero de 2013
Aquí, cerca.
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