jueves, 12 de septiembre de 2013

Aún falta.

Sé que pronto, llegará un día en el que me despierte y comprenda que te fuiste. Que me despertaré y no te echaré de menos, y que podré ir en una dirección diferente a la tuya. Me resigno a aceptar, que sé que ese día tardará en llegar, y yo sólo espero que cuando ese día llegue, tú ya te hayas ido... o tal vez hayas vuelto.

"Últimas palabras"

En este momento hay seis mil novecientos treinta y ocho millones quinientos veintidós mil ochocientas cuarenta y cuatro personas en el mundo. Más de siete mil millones de almas.

Las cosas nunca son lo que parecen, creemos que entendemos el mundo que nos rodea, creemos que lo sabemos todo, pero últimamente me estoy dando cuenta de que en realidad no sabemos nada.

Yo tenía una vida normal, era feliz, como tú, como cualquier otro, pero de un día para el otro el mundo te da una patada en la boca y no te queda más remedio de ver las cosas tal y como son. Si estás leyendo esto, probablemente signifique que decidí bajar los brazos. El dolor es demasiado grande, demasiado.
Ojalá las cosas fueran diferentes, ojalá cuando abra los ojos me despierte y vea que todo esto es un sueño, ojalá. Lamentablemente, sé que eso no va a pasar. Por un lado mi corazón me pide a gritos que no la deje ir, peor mi cabeza no puede más, creo que es tiempo de dejarla ir.

En este momento hay seis mil novecientos treinta y ocho millones quinientos veintidós mil ochocientas cuarenta y cuatro personas en el mundo, más de siete mil millones de almas. Pero hay veces que todo lo que necesitas es una.

miércoles, 24 de julio de 2013

Mi despedida.

No te escribiré una despedida, porque eso supondría el final. Y no puedo permitirme un final, no dejaré que ésto acabe. No voy a construir tanto para derribarlo a la mínima, soy más fuerte que ésto.








PD: Siento decepcionarte.

lunes, 22 de julio de 2013

Pestañas asimétricas.

No había métrica en tus labios aquella noche, porque las palabras que ocultaron con los besos. Se las llevó un diccionario de suspiros y susurros, un vídeo de caricias y abrazos, y ahí se reunieron formando un poema de versos asimétricos, tan asimétricos como el filo de tus pestañas impactando a mil por hora cuando parpadeas, y yo lo oigo, créeme que te oigo cuando parpadeas.
Porque sí, de ti podría llegar a escuchar hasta al mismísimo silencio. 
Pero hoy no encuentro sonidos ni palabras. Tan siquiera encuentro pestañas asimétricas. No sé, yo sé que te has ido, pero eso no quita para que no pueda oírte. Deberías hundirte en el océano más profundo si quieres que deje de escucharte o leerte.
Porque no, no hay jardín, pero aún quedan flores.

viernes, 28 de junio de 2013

Las peores cicatrices.

Las peores cicatrices no son las más profundas, sino las superficiales. Esas que durante unos días duelen, pero a la mínima se curan, y se abren de nuevo de vez en cuando.
Olvidamos su dolor cuando dejan de sangrar, pero no debemos olvidar que siguen ahí en la piel.
Y lo peor de esas cicatrices es que no son cicatrices, sino heridas. Heridas que una vez que curan, nos olvidamos. Marcas que no quedan. Dolor que se va. 
Y son peores, digo, porque así olvidamos rápidamente quién nos la hizo, no como cuando queda la marca de una cicatriz, y así, su recuerdo.

jueves, 20 de junio de 2013

Indescriptible.

A veces uno no puede explicar lo que siente, porque siente tanto, que es indescriptible.
A veces, un miedo emerge de dentro, advirtiendo que es demasiado, entonces nos bloquea, se vuelve tabú en nuestra mente, aunque no en nuestro corazón.
Una experiencia nueva, un sentimiento de alerta, cualquier mínimo movimiento dentro de nosotros para activar esa alarma y etiquetarlo de "Demasiado". No nos quejaríamos si fuera demasiado poco.
Déjalo ser, deja que se haga, porque:

"En blanco te dejaré como dejo este verso, 
porque tú conviertes las curvas en rectas."

Tal vez si lo dejas en blanco, aparece alguien, alguien que convierta en rectas todas las curvas, alguien digno de apagar la alarma.

Siempre fuimos demasiado                    , pero nos faltó mucho                   para llegar.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Querida víctima.

Querida víctima:
He visto el miedo en tus ojos, y estaba yo reflejado. Siempre imaginaste que sería lo mejor de tu vida, y ahora me tienes miedo, qué curioso. Cada vez estás más enganchada, lo sé. No puedes desprenderte de mí, jamás podrás, una vez que pasa no hay vuelta atrás. He invadido tu vida, tu mente, tu corazón, incluso tu alma. Soy tu dueño, tú ya eres mía. Me atrevería incluso a decir que yo decido tu futuro, vivo tu presente, y revivo tu pasado.
Y pasarás noches en vela por mi culpa, y llorarás, y sufrirás. Seré el vacío en tu pecho cuando te quedes sola.
Pero, víctima mía, reconoce algo. Te gusta estar atada a mi. Porque a todos nos gusta ser libres, pero necesitamos una cuerda cuando somos funambulistas, y tu vida es una cuerda entre dos rascacielos.
Querida víctima, no me odies. Te juro que te daré los mejores momentos. Y también los peores.
Atentamente, el que hace que te enamores.

domingo, 12 de mayo de 2013

Tic-tac.

Dime como notas los latidos de tu corazón ahora que el tic-tac no lo dicto yo. 

Para nadie, de alguien.

Buscaba una forma de buscar las palabras que te diría si estuvieras aún,
si fueses tú, la primera, 
la misma, 
la de siempre,
la que una y otra vez me mordió el corazón (pero no sabíamos que al final uno de esos mordiscos me haría sangrar) y por mucho que he buscado, he llegado a la conclusión de que no necesito palabras,
porque no hay boca que las diga,
ni oídos que las escuchen.
Y también he pensado, que sin ti no hay día, 
ni noche,
ni horas,
ni minutos, porque tu eras el tiempo, eras el sol y la luna y las estrellas, ¿Y ahora qué queda? Si lo eras todo, y no eras nada, y ahora no echo nada de menos, porque lo extraño todo.
Y lo peor de todo es que quedan mil abrazos para darte, abrazos que se llevará el viento cuando me faltes, y quedan labios, separados por kilómetros. Quedan noches de lágrimas y días de sonrisas fingidas. Queda tiempo, mucho tiempo hasta que me note de nuevo cómo me muerden. Queda mi cuello al descubierto, y mis ganas de ahogarme. Queda el aire, que si no estás tú ya no pinta nada aquí.
Quedan mis ganas de tí,
de mi,
de nosotros.
Si algún día notas que te acaricia el viento, no dudes, que son las letras de nuestras canciones intentando llegar a tus oídos, y si notas que alguien te mira, no dudes, que seré yo cerrando los ojos para intentar grabar tu imagen a fuego en mi cabeza.
Y no será tan malo al fin cuando el polvo se acumule en el rincón vacío de la cama (o del corazón).

lunes, 6 de mayo de 2013

Nuestro sitio.

Últimamente he estado escribiendo un sitio, en el que tú y yo no somos nosotros, somos otros, tan diferentes, pero tan felices.
Es un sitio nuevo, irreal, no sé tan siquiera si es un sitio, puede que sí, o que no, qué más da, ahí somos felices. He reescrito ese sitio millones de veces, nunca me he cansado de hacerlo. Es un sitio sin lágrimas, ni peleas, ni enfados. Es un sitio en que la risa hace eco y se contagia, los besos viajan en el tiempo y se repiten una y otra vez, y si miras a lo lejos, se refleja la misma luz que encuentro en el fondo de tus pupilas. No hay horizonte, porque no hay vertical, porque es todo redondo, como tus lunares. Huele a ti, suenas tú. Tus labios de bandera, y tu risa su himno. Tu mano en mi pelo es el lema, y los suspiros son la religión. Es un sitio sólo para nosotros, nadie más puede acceder a él. Nuestro limbo.
He escrito ese sitio sobre un folio en blanco, y después de escribirlo, la hoja sigue vacía. Cualquier sitio del mundo es nuestro, depende de los ojos con los que lo mires.

lunes, 29 de abril de 2013

Poema en los labios.

Igual no sabías que me estaba fijando en ti, y en aquel momento que separaste tus labios para hablar, yo ya sabía las palabras que iban a salir de tu boca. No importa que lo sepa, ni que tú no lo sepas, sólo quería escucharte aunque ya lo supiera, como esas canciones que escuchas una y otra vez y nunca te cansan, como leer un poema, de la métrica de tus labios, de versos en tus besos, escrito en tu lengua.
Igual tampoco sabías que me estaba fijando en ti, que conocía cada rincón de tu cara, el lunar de tu espalda, la forma de tus ojos y el hoyuelo de tu babilla. O, por ejemplo, si sonríes, reconozco las marcas que se forman en tus mejillas, y el sonido de la risa, y la mirada que me mata.
Igual tampoco sabías, que a kilómetros, cerraba los ojos y te veía, de tanto mirarte cuando te tenía delante, o de tanto pensarte cuando ya no te tenía.

domingo, 21 de abril de 2013

Para recordar cuando lo olvide.

No sé describirte, porque a veces no te recuerdo. No recuerdo tu voz, no recuerdo tus abrazos, me he olvidado de muchas cosas y el tiempo no ayuda al recuerdo a permanecer ahí. No te grabé en mi cabeza, ni siquiera después de tantos años, pero supongo que es normal, que pensaba que no tendría que recordarte, que podría mirarte siempre que quisiera. Qué estúpido soy... yo que creía todo eso.
Pero aún quedan cosas de las que me acuerdo, cosas que escribo por si un día se me olvidan, leerlas y que de nuevo me vengan a la cabeza. Porque no puedo escribir tu voz, ni el brillo de tus ojos, eso se lo dejo al olvido, y yo me quedo con ésto.
Me quedo con tus lunares. Con los del cuello, con los de las manos, con los de la cintura.
Me quedo con las mañanas de domingo en las que toda la casa olía a café, y con los desayunos de tostadas en la terraza bajo el sol, con los rayos a través de tu pelo recogido en un moño desastroso con el que aun así te veía tan perfecta.
Me quedo con el gesto que hacías al estornudar, y ese ruidito tan gracioso.
Me quedo con tus manos llenas de lunares y tan blancas, casi siempre sujetando algún libro o acariciando mi brazo, o en el piano.
Me quedo con tu música, con tus grupos favoritos, con tus libros, con nuestras poesías preferidas, con tus películas y actores favoritos.
Me quedo con tu ropa, que lleva tu olor, que lleva a recuerdos, recuerdos que no se pueden escribir. Me quedo con tus gustos.
Me quedo hasta con las broncas, simplemente porque eran tuyas.
Me quedo con tu cuerpo, con tu cara, tus mejillas, ojos, labios y pelo.
Me quedo viéndote dormida, y despierta, y viva, y también muerta.
Me quedo con nuestros momentos, con los mejores de mi vida.
Me quedo contigo, porque ya no me quedas tú.

Sabor de beso.

Hay un poema que define el sabor de tus labios, y leerlo es incluso mejor que pensar a qué saben si los he probado. Y creo que el sabor es mejor leerlo que probarlo, porque si te echo de menos, si te leo, lo leo y recuerdo, pero si echo de menos el haberte besado no hay sabor, no hay recuerdo, ni beso, ni labios.


viernes, 12 de abril de 2013

De no poderte.

Querer, y no poder, no poder tener. Y quererte, y no poderte, no poder tenerte.
Es como extender la mano pretendiendo coger una estrella. Impotencia.
De para qué llorar, si ya tienes la cara mojada, si no solucionas nada, sólo te debilitas más.
Y si cambias las risas por silencios, y los paseos de la mano por lluvia, y que a tu lado ya no camina nadie, miras y sólo tu sombra, y la nostalgia de pensar en qué hubo, que podría haber, que puede que haya, y le pones un rostro, una cara. No puede ser otro.
Pero tampoco puede ser ese. ¿Y qué haces entonces? Si en ese momento llegas a la conclusión de que no habrá nadie.
Qué asco. 
Qué vacío.

jueves, 4 de abril de 2013

La luz de la que todos hablan.

Contaban por ahí que cuando se apagan las farolas, algo da luz. No es el ocaso, aún no ha llegado, sigue siendo de noche, pero la ciudad ya se apaga. Y aún así, hay luz. Nadie sabe de dónde viene. ¿Dónde está? No es la luna. No son estrellas... no es ese tipo de luz. Es desconocida, por eso da miedo.

Es sólo un momento.

Siempre me daba miedo, me despertaba de pequeño, pensando en la hora que era. Igual por eso me daba miedo dormir con la luz apagada.

Pero un día, el cuento se hizo historia. Y de la historia, un recuerdo. Se acababan de apagar las luces de la calle cuando salimos de aquel bar. Resaca de besos, agarrado a tu mano sin saber cómo habíamos acabado así, y sueño, mucho sueño. Pero más ganas de más, y menos de todo, pero todo de más. Y en ese momento, pensé 'no abras los ojos, es la hora de la que todos hablan...'
Pero cerraste los ojos a medida que acercabas mis labios. Y todo luz. (No hizo falta ni abrir los ojos para notar como entraba a través de los párpados, chocando en mi pupila, besándose con ella) Como un interrupor táctil, de cables en mi lengua, de labios en los míos.

Eras tú, creo, esa luz de la que todos hablan. O no, o igual eres sólo mi luz. Habrá que inventarse de dónde viene la de ellos.

Cuenta.

Uno, dos, tres...
Sálvame. Te juro que todo lo que tengo es tuyo.
Cuatro, cinco, seis...
Húyeme. Para sacarte de fuera, llevarte dentro.
Siete, ocho, nueve...
Víveme. Son tuyos los ticks y los tacks de mi corazón.
Diez.
Y... ¿Qué iba después del diez? (Después el silencio.)
Y esa relación, entre frío y silencio, todo tan inmenso, tú ahí, en una esquina... mírame, yo en el medio.
Hay un vacío que nos supera, es como una presión en el pecho, algo que te aprieta, y dicen que si respiras por la boca, notas por tus labios mi aliento.
Yo nunca lo he hecho. Yo no suspiro, no aspiro ni respiro, no floto, porque no caigo, y tampoco vuelo.
No hay alas. Las había. 'Alas de ángel', pensaba, pero, ¡y una mierda! Eran de cuervo.
Era el vértigo de coger cada curva de tu cuerpo. Si vas a ciento veinte, la cintura de setenta te sorprende de repente.
Frenazo en seco, en sexo. En tu ombligo, curva y rasante si no hay hueco.
Mira, te llama esa clavícula. Te invita a un bocado, pero de tacto, tú decides con qué darlo.
Once, doce, trece...
Dejaremos de contar cuando se apaguen las estrellas.

miércoles, 3 de abril de 2013

Dudas de dudas.

No entiendo por qué dejas que el aire salga tan fuerte de tu boca. Piensa joder, igual es tu último suspiro, ¿no? Psique, igual te ahogas.
Dudas hasta de tus dudas, de mis dudas. Y por dudar, arriesgas, y pierdes. Pierdes aunque ganes, porque el tiempo se pierde, y el tiempo de dudas no es nada, sólo eso.
No voy a buscarte si te pierdes. No quiero encontrarte, la verdad. Existen mil mapas, mil destinos, mil ciudades y mil rincones. No eres París, no te robaré.
No eres la luna, "qué alta, joder", ni eres el sol. No quemas.

No serás tú.

Hoy te veo con otro color, pero tal vez sea sólo porque te miro con otros ojos.
No es más bonito, ni más feo... es simplemente, algo diferente.
Te has chocado con algo, eh, lo sé. Éste no es tu sitio. No están tus pies en las coordenadas adecuadas. No deberían tocas esas manos tu pelo. No beses, no puedes, no pertenece tu boca a esos labios.
Ya tienen dueña, ya son de otra.
Vete... hazlo. Sabes que tienes que hacerlo. ¿Pero por qué insistes? 
Soy cristal roto. Y el cristal, una vez roto, aunque sea en piezas muy grandes, jamás vuelve a encajar a la perfección. Siempre habrá pequeños cachos, casi invisibles, perdidos, que harán que no encaje a la perfección. Y ya sabes qué pasa con el cristal roto. Corta, todo corta. Hasta el alma, hasta un suspiro. Hasta tus labios, lo saben las cicatrices de mi boca.
Soy cristal. Y tú, chica, eres el grito que lo rompió.
No has tenido tanta suerte.
Otra llegó antes. Y sí, pensarás que siempre fuiste tú, tú primero. Pero no... antes de tus labios fueron otros. Antes, las sábanas taparon a otra. (No eran sábanas en realidad, pero acarician igual) Antes de venir, ya había alguien.
Son esperas que desesperan. Y el tren no siempre es el primero que pasa, aunque llegues a la estación antes que nadie. En el andén no sólo llegan trenes que vienen desde tu casa.

Algo que me recuerda a ti.

Hay una canción que siempre me recuerda a ti.
Pero no la recuerdo. Porque no tiene letra, ni melodía. Nadie la canta. No tiene instrumentos, ni acordes. No es aguda, ni grave. No sé tan siquiera si es una canción.
Sólo sé que sí, que me recuerda a ti.
¿No serás tú, tal vez... esa canción? 
Tal vez seas tú esa letra, esa melodía. Igual tú la cantas. O eres el piano, o la guitarra, o los acordes.
Tal vez seas tan aguda como grave. No sé tan siquiera si eres una canción.

También hay un beso que me recuerda a ti.
De tus labios (esos labios...) que son dulces y salados. Amargos, ácidos, picantes, a veces hasta llego a diferenciar los sabores de tus barras de labios... o no, o de tus labios.
Si los muerdo y me muerdes, si los junto a los míos, si mi lengua se funde con ellos, sí, justo en ese momento... Sé que ese beso me recuerda a ti.
O besos en el cuello. O besos sin luz. O besos a pleno sol, pero a ti, sólo uno, que a la vez eran varios, o no... no sé si varios, o un beso tan largo, que lo resumimos en muchos besos.
Tantos besos, que fueron uno.

Lo que no hay, son libros que me recuerden a ti.
Ni uno sólo, qué curioso. Pensaba, tal vez, nada más verte "será poesía", pero no. "O tal vez, una novela de misterio", pero tampoco. ¿Qué escondes, letras tristes? 
No es falta de tinta, ni de pluma, ni de letras.
Eres musa, y poeta. Escribes donde sea, donde te dé la gana. Eres un verso infinito, o una prosa tan extensa, que en tu último libro, terminarás con la letra pequeña.
Y tan pequeña será esa letra, que pensaré, que tal vez sea una señal para darme cuenta, que nunca fuiste libro, pero había que leerte, y antes de terminarte, volver al primer capítulo.
Y escribir sobre ese verso, otro verso, con otro verso, así hasta el infinito.

Invisible.

Invisible, ¿dónde te metes? Te he estado echando de menos. La vida da muchas vueltas, y yo no me creí aquello de que si te ibas no ibas a volver. Que aún no me lo creo, ¿sabes? Yo siento que en cualquier momento vas a aparecer. Pero no por ahora.
Invisible, ¿qué has hecho todo este tiempo? Me dijeron que te vieron, andando perdida, y yo no me creí aquello de que te escondías tras los árboles. Que aún no me lo creo, ¿sabes? Tu sitio es la ciudad, siempre has odiado esos estúpidos sitios llenos de hadas.
Y yo, idiota, pensé que eras una de ellas. Porque no te veo, ¿sabes? Pero no, nunca has sido tan pequeña, sólo mi pequeña. Pero no vuelas por ahí. Mantienes los pies en el suelo, sí, las estrellas están muy arriba, en la tierra no hay ninguna.
Nos han mentido, invisible. Nos contaron cuentos, y nos los creímos. Creímos en las hadas, en los duendes, en la eternidad, en el cielo y en el infierno. 
Y lo creímos, hasta ese instante en el que te fuiste. ¿Qué pasó? Joder... dejamos de creer todo aquello. 
¿Y en qué creo ahora si no es en esos cuentos? Porque no puedo creerte, invisible, eres demasiado pequeña. Y perdida. 

martes, 2 de abril de 2013

Primer asalto.

Porque esta noche quiero escribirle a tu piel que me encanta; Con una caricia, grabarte a fuego.
No quiero límites. 
No quiero aire entre nosotros, no quiero voces, ni miradas, que el tacto hable, que tu pelo escriba y tus dedos no callen.
Que nos rompamos en mil pedazos y las sábanas nos curen. Olor de besos y miradas de amor, y espera, joder, ¿notas esa caricia? ¿notas tu pierna reptando por la mía? No sé a qué sabe, tal vez sea hora de dar paso a los mordiscos. No hay luz, porque no se puede ver. Ni hay sonido, porque no se puede escuchar. Hay algo, algo especial, algo que no soy yo, y que tan siquiera eres tú.
Es como una caricia eterna, ¿la notas? Que sí, es eso, de lo que quieras hacer, que te dice que haré lo que quieras, que seré quien tú quieras.
Respira. Te ahogas, lo noto. Es un escalofrío, pero ya se va.
Es una batalla entre tu pelo y mis dedos, nosotros somos diez. Vosotros ganáis en número, yo gano por mis ganas.
Y a primera hora de la mañana, en ese segundo interminable entre la última caricia y la primera mirada, recordaremos la batalla. Sin perdedores, tú, ganadora, yo, conformista, y mis dedos en tu espalda.

Un palacio de cristal con vistas a la luna.

Siempre has soñado con la Luna. No te conformabas con verla ahí arriba, ¿verdad? Tenía que ser tuya... 
Tan blanca, tan grande, tan llena... "Estrellas hay muchas, luna sólo es una", y por ello fijas tu mirada en ella. 
Extiende los brazos, intenta tocarla, venga, no estás tan lejos, estás más arriba que todos nosotros.
¿Cómo es estar en el cielo, entre las estrellas, junto a tu luna? Dímelo, te sienta genial, te veo mejor desde que estás a su lado.
Lo has conseguido, ahora es tuya.
Tal vez queme el sol. Tal vez te confundan con un astro. Tal vez no me oigas, porque el ruido de los aviones sobrevolando tan cerca te ocupen los oídos. Tal vez hayas descubierto algo nuevo ahí arriba, algo que te hace no querer bajar, aunque me eches de menos. Tal vez, y sólo digo que tal vez (Y espero que sea así) estés ahí arriba porque hay un motivo, algo que te retiene, que te encanta. Tal vez tu sitio sea un palacio de cristal con vistas a la luna. Tal vez me veas muy pequeñito desde ahí arriba. De mientras, aquí estaré. Mirando la luna, buscando tu palacio de cristal. 
Viéndote, sin verte, tan grande; Ahí arriba, en tu sitio. En tu luna.

jueves, 14 de marzo de 2013

¿Que qué es leer?

Leer no es un simple verbo. Leer no es mirar unas frases formadas de palabras y ya está, no, eso es sólo el principio. Es la historia en la que te recreas, o los versos que te dominan durante la lectura. Es la imaginación, la originalidad y la inspiración de personas que convierten sentimientos en palabras plasmadas en unas páginas unidas en un libro.
Leer son tus manos en la tapa, tus ojos en el papel y tu corazón en la historia.
Es empezar un libro y querer terminarlo. Y también es terminarlo, y querer empezarlo de nuevo.
Es sentir lo que el escritor quiere que sientas, ser su marioneta emocional, que sientas lo que sienten los protagonistas, que tengas miedo cuando uno de ellos lo tiene y que llores si muere. Identificarse con ellos.
Es que tus héroes dejen de ser Superman y Flash para convertirse en Neruda, Benedetti, Kafka, Dickens y otros muchos.
Leer es un sentimiento, una forma de vida, un arte.
Leer lo es todo.

Para escribirte lo que nunca te digo.

Tú, y tu descaro ante todo, frente al mundo entero, con esos aires de superioridad (que son sólo una careta), para luego llegar a casa y no poder mirarte ni al espejo, porque te rompes en mil pedazos, cuando te ves y te odias, sumergiéndote en ese deseo de ser otra persona.
Y sabes que eres tu mayor enemigo, tu reflejo, tu cuerpo (Si, ese de ahí, el que te mira con ojos de pena).
Y te llenas de odio, odio a ti misma.
Pero es contradictorio cuando pides que te quieran si no te quieres a ti misma. Pero es que es peor que eso, cuando pides respeto, y eres el primero en perderte el respeto a ti mismo, castigándote.
Quiérete. Aunque sea un poco. Quiérete, que nadie te va a querer más que tu misma.

domingo, 10 de marzo de 2013

Noches paralelas.

Que llegará una noche en el que en vez de tener el móvil entre mis manos, te tendré a ti. Que mis dedos no irán por el teclado, sino por tu cintura, por tu espalda, por tu cuello... Y que en vez de escribir, susurraré. Que en vez de mirar lo que escribes, te miraré a ti, que en vez de sonreírle a la pantalla como a un tonto, te sonreiré a ti, y que no tendré que aguantarme las ganas de darte un beso cada vez que me digas algo que me gusta.

Besos en prosa.

Qué estúpido se hace el tiempo cuando yo no callo y tu no abres la boca.
Tan absurdos nuestros besos, ¿para qué juntar nuestras bocas? 
No son besos, tampoco versos... sino prosas.

Intenté no callar, para que abrieras la boca. (Intenté que fuesen besos, y no sólo juntar bocas...)

Pero callaste. No abriste la boca.
Y no, tampoco esta vez han sido versos...
Ni besos.
Ni prosas.

viernes, 8 de marzo de 2013

Alas.

Inventaron las alas para que soñaras con la libertad. Te metieron en una celda, pero dejaron abierto un hueco con barrotes que te mostraba el cielo. Y tu tan deseoso de poder volar, con tus alas sin estrenar, tan blancas.
Porque de algo sirve la libertad, si no fuera para privarte de ella. Y de algo sirve el cielo, si no fuera para desear tocarlo.

jueves, 7 de marzo de 2013

Donde quiera que hayas ido.

A veces no te escribo porque no me salen las palabras. Otras, no lo hago porque derramo demasiadas lágrimas. Otras, simplemente, duele.
Pero en mi mente, te escribo mil palabras por minuto. Palabras vacías, que pueden no decir nada y a la vez decirlo todo. Lo importante no es lo que digan, sino que están presentes, que estás presente. En mi, en el recuerdo, en la historia, en la memoria.
Lo eres nada, lo eres todo. Lloro, río, me alegro y te odio. ¿Estás bien, te funcionó?
Yo estoy sólo. Me dejaste así.
¿Te veré de nuevo? Quiero pensar que si, pero si llega ese momento no sabré que decirte.
¿Me vas a cuidar como yo te cuidaba?
Tal vez sea más bonito echarte de menos que estar contigo. Quedan recuerdos, quedan tus sonrisas grabadas a fuego en mi retina, sonrisas contadas, y carcajadas sin fuerza en mis tímpanos. Queda todo esto, eso se mantiene vivo... pero no quedas tú.

martes, 5 de marzo de 2013

Héroes.

Podríamos ser héroes, pero sólo mediante evasivas.
Miente, engaña, porque sabes que ninguna verdad es heróica, y llega a ser tan obvio que héroes y heroínas visten sobre su capa la palabra falsedad, disfrazada de heroicidad.
Así pues, tal claro queda que la mentira mejor disfrazada es una heroicidad, y la verdad, completamente desnuda, no es más que eso. Algo desnudo, vacío y sin sentido.

lunes, 4 de marzo de 2013

Porcelana.

Mal contacto la fría porcelana de tus dedos con el calor de mis mejilla, ¿verdad? Son lágrimas. Nos abrazaba la lluvia pero aun así no lo podía evitar. Como el filo de un cuchillo cruzaba mi cara y tus manos no lo podían parar.
¿No es más frágil la porcelana que la tristeza? Igual lo confundí, igual eran diamantes... da igual. No se de qué estabad hecha.
Ha pasado demasiado tiempo para recordarlo. Igual eras gris, o igual de colores. Tenías sombras, eso lo recuerdo, lo demás queda lejos, demasiado, ya no es nada.
No eras dulce, no. Tus manos también cortaban. Y surgió de la nada una batalla entre tus dedos, mis lágrimas y nuestras palabras. Nuestras. O no nuestras. Yo callaba.
¿No verte nunca más? ¿No sentir tu porcelana?
Una lágrima cayó en el pecho. Empujó como una daga, casi sin esfuerzo, no atravesó pero la sentí en la espalda.
Te ibas, para no volver. Llovía, y yo lloraba.

sábado, 2 de marzo de 2013

Tan grande la luna.

¿No es bonita la grandeza de la luna ante la de las estrellas? Mira al cielo, lo más grande ella. La primera que ves, la primera que observas.
Pero ella no es la más alta, (ah, no, ni la más grande) pero es la que más se hace ver. (Tal vez porque ella se acerca más que otras, tal vez porque es a la única que quieres ver.)

jueves, 28 de febrero de 2013

De la pequeña grandeza.

Tan grande parece la luna, con lo que pequeña que es si la comparamos con el sol.
Tan grande parece el sol, con lo pequeño que es si lo comparamos con la vía láctea.
Tan grande parece la vía lactea, con lo pequeña que es si la comparamos con el universo infinito.
Tan grande parezco yo a tu lado, con lo pequeño que soy si me comparas con la luna.
(y a esta con el sol, a este con la vía láctea y a esta con el universo infinito...)

miércoles, 27 de febrero de 2013

Una proposición en la casa de Julieta.

Como un solsticio seguido de un equinoccio.
Como un concierto seguido del silencio.
Como un beso seguido de un suspiro.
Como un verso seguido de un punto final.
Como un infinito seguido de un abismo.
Porque tu eres mi solsticio, mi concierto, mi beso, mi verso, y mi abismo.

Constelaciones cervicales.

Mira el cielo, ¿Y esa mierda? Nos hemos perdido, había nubes donde no debería haberlas. ¿Y esas estrellas? Aullando para que las oigas, quieren hacerse ver, pues saben que quieres ser una de ellas.
Mira tu espalda, ¿Y esa mierda? Me he perdido, hay ropa donde no debería haberla. ¿Y esos lunares? Gritando para que los oiga, quieren hacerse ver, porque saben que quiero ser uno de ellos.

Va de ilusiones.

De ilusiones, se pinta la vida. De sonrisas por hechos no ocurridos, de esperanzas, de deseos.
Sensaciones que remueven tu interior y llaman desesperadamente intentado salir, evadirse de ti, sin pensar que eres tu el que no puede evadirse de ellas.
Y abrazos y besos no dados.

martes, 26 de febrero de 2013

Aquí, cerca.

Que la tuve delante, como un sueño de los ojos abiertos. Se paró todo, aunque ella y yo seguíamos en movimiento, cubriéndome de ella, cubriéndose de mi. Elipses de besos, espirales de miradas y círculos con las palmas de mis manos en su espalda.
Pero se fue, se alejó. Cerré los ojos y ahí tampoco estaba. Ni mi sueño, ni mi despertar. Más bien fue mi onirismo, mi disolución de la realidas. Mi dosis de madrugada, de miradas abrigadas por los párpados.
Y con ella cesaron las elipses, las espirales y los círculos. Todo comenzó a moverse de nuevo, y yo, quieto otra vez, paralizado.
Yo y mi sombra. Descubierto, en línea recta.

Lo más importante.

Porque en realidad, no importa:

Ni el qué.
Ni el quién.
Ni el cómo.
Ni el cuándo.
Ni el dónde.

Que sólo importa que te quiero, a ti, como nunca he querido a nadie, desde antes incluso de conocerte, y aquí, a tres milímetros de tu boca o estando cada uno en una punta del mundo.
Tu, aquí importas tu.

El eterno conformista.

Cuánto nos gustan las personas conformistas, ¿verdad? Y qué envidia nos dan... son felices con cualquier cosa, algo envidiable, sí, puede serlo si lo vemos así.
Pero podemos profundizar un poco más. ¿No es un poco egoísta que una persona que da mucho no reciba nada? Y es que no es sólo eso. Es muy fácil satisfacer a un conformista, al mínimo esfuerzo se le saca una sonrisa. Un mínimo esfuerzo del mismo resultado que un analgésico ante una gripe, que calma los síntomas, pero no cura la enfermedad.
Y este es el problema del conformista, del eterno conformista. Porque al final, el conformista se cansa. 
Porque a veces apetece encender el móvil y ver un mensaje extenso, una muestra de sentimientos plasmadas en unas líneas, (todos sabemos que no cuesta tanto) o un beso, abrazo o caricia sin pedirla, o simplemente un trato igual. No es tan difícil. No vale la excusa de "No sé cómo hacerlo..." porque podemos guiarnos perfectamente por los actos de esa persona hacia nosotros. Además, pensando fríamente en el tema, a fin de cuentas es un conformista, va a conformarse con lo que sea.
Pero claro, es demasiado fácil acostumbrarse al conformista.

lunes, 25 de febrero de 2013

Escalera a la luna.

Algún día habrá una escalera lo suficientemente alta como para llegar a la luna. Y cuando llegue ese día, dejarás de desearla tanto, porque ya será tuya. Porque lo que tanto te encanta de la luna, es que es imposible de bajarla, de tenerla.

domingo, 24 de febrero de 2013

Tiempo.

Que de lo relativo que es el tiempo, mira por donde, todo lo invierto en pensar en ti.

martes, 19 de febrero de 2013

Triste sociedad.

Lo deprimente que resulta pensar que el canon de belleza de la sociedad que te rodea es la anorexia.
Sin rodeos. Que se te marquen los huesos no es sinónimo de belleza. Ni el peso de una persona determina la belleza.
Un término tan relativo como la belleza relacionado con la delgadez extrema. Y ojalá el único problema de éste canon fuese la enfermedad física (desnutrición, anemia, anorexia, bulimia...) sino que también es una enfermedad mental. Y todo por encajar en una puta sociedad.
Somos muy tajantes ante temas como la homofobia, el racismo, la xenofobia, el machismo...
¿Y la discriminación ante las personas con sobrepeso? ¿Quién dicta la superioridad ante las de menor peso? ¿No se puede encajar en una sociedad que supuestamente es igualitaria? 
Este "Canon de belleza" sigue siendo una discriminación que obliga indirectamente a las personas a mantener un peso, como si se tratara de una norma necesaria para formar parte de una sociedad.
Y lo peor y más preocupante, es que los mismos que se quejan de este problema, son los mismos que deciden acercarse a las personas de menos peso, de mirar con superioridad a las de más, y anteponen la condición física de una persona a la personalidad.
Y así nos va. Para ser alguien, ya puedes tener una talla inferior a la 36, ¿No? Triste. 

No hay ni que decir que esto NO es belleza. ¿O si?


Bájame la luna.

Que te pidió la luna.
Buscaste mil maneras de bajársela, aun sabiendo que es imposible.
Te rompiste la cabeza, pensando cómo hacerlo (Sueñas con tenerla entre tus manos sólo para hacerla feliz...) Y en realidad no la quiere. Sólo quiere un beso. 
(Un beso, y saber, que si fuese posible, se la conseguirías.)

Y que su cachito de luna, eres tú.

Combustión.

Fue tu culpa. (O tal vez la mía...)
De darme todo, y de pronto, nada.
Brillabas... Te apagaste.
Vete. No porque quiera que te marches, sino porque quiero verte volver.
Vuela. No porque quiera que subas alto, sino porque quiero cogerte al caer.
Ódiame. No porque quiera que me odies, sino porque quiero que veas que me necesitas.
Ámame. No porque quiera que me ames, sino porque quiero que veas lo que duele amar.
Bésame. No porque quiera... (Si, si que quiero) ...hazlo.
Brilla. De nuevo. Pero no te apagues. 

Suicidio emocional.

Tengo miedo. Miedo de tus silencios, de tus dudas, de tus miedos. De los finales, mis finales, nuestro final.
No tener la ventaja de saber qué pasa por tu mente. No tener la ventaja de poder adelantarme a cada silencio, a cada duda, a cada miedo. A los finales, a mis finales, a nuestro final.
Miedo a que se rompa. Que nos rompamos, que se rompa.
Callar es un suicidio emocional, y tu, tan suicida, callada, llena de dudas y miedos.
"Y yo tan vacío, impotente."
Me estás tapando los ojos con la venda más opaca y oscura que existe: La duda.
Que ya dudo de tus silencios, de tus dudas, de tus miedos, de los finales, de mis finales, de nuestro final. De lo que somos, y lo que seremos. Y puestos a dudar, duro de lo que fuimos.
"Confío tanto en ti que dejaré que me traiciones."
Y si me quitas la venda, si me confías tus pensamientos, esos miedos, (¿Tal vez miedo a romperte?) puede que pueda arreglarte antes de comenzar a quebrarte.

lunes, 18 de febrero de 2013

Una emanación directa de la naturaleza.

Hay dos pruebas de la existencia de Dios.
La primera de ellas y la más importante, es el cuerpo de la mujer. 
El artista y la modelo. 

Con M de Mónica (O madre... o mi puta vida)

Esa persona que sin conocerte te quiere como nadie.
Esa protección, las manos que te sujetan cuando vas a caer.
Esa vida que te regala, gratuitamente, a cambio de nada, sin intercambios, ni tratos, ni pactos, sólo por ser tu.
Esas lágrimas que son como un espejo, de la desesperación de no poder evitarlo cuando ella lo hacía.
Esos viajes a su lado, irrepetibles, inolvidables.
Esos cuentos que se inventaba cuando no podías dormir.
Las sonrisas que te sacaba en los peores momentos.
Los esfuerzos para que fueras feliz.
Esa persona que lo es todo para ti, y tu todo para ella.

Esa soledad, ese vacío, ese sentimiento que nadie llenará cuando la pierdes, cuando se va. Esas lágrimas.

domingo, 17 de febrero de 2013

Pecados capitales: VII

Soberbia. [Que nos coma el ego]

Pecados capitales: VI

Envidia. [Llegar a desear ser otra persona]

Pecados capitales: V

Ira. [Perder el control]

Pecados capitales: IV

Pereza. [Y perderte en los sueños]

Pecados capitales: III

Avaricia. [De mi puto egoísmo] 

Pecados capitales: II

Gula. [Mi puto hambre de ti]

Pecados capitales: I

Lujuria. [Éxtasis]

Vertical y trasversarl.

 

Vertical y transversal, soy grito y soy cristal, justo el punto medio, el que tanto odiabas cuando tú me provocabas aullar.

Una de terror.

Formar una vida de situaciones de pánico, de un miedo inexplicable.
Y ese miedo a encontrar a nuestra mitad. Un espejo de carne y hueso.
Y ese miedo a alejarnos de esa mitad. ¿Por qué? Piensa que, si es tu mitad, la volverás a ver (ninguna mitad es capaz de ser sin su otra mitad) y los reencuentros son extraordinarios
Y ese miedo a mostrar nuestros sentimientos por miedo a que nos hagan daño, ese miedo inexplicable.

Y el miedo a la inmensidad. A resultar insignificante. 

De lo que tengo miedo, es de tu miedo.

Que decía.

Que pensaba que decía que tan sólo quería hacerse un hueco en su cama.
Pero no esa sólo en su cama.
Era en su vida. 
Hacer de las veinticuatro horas del día un pecado.


 BUENOS DÍAS.


BUENAS TARDES.


BUENAS NOCHES.


BUENAS MADRUGADAS.

"Muérdeme la boca, los labios, la legua. Aráñame la espalda, el culo, los hombros. Acaríciame la barbilla, la nuca, el mentón. Debórame el alma, el cuello, el corazón."


"Detrózame.
Rómpeme.
Desgástame.
Párteme.
Quémame
Cómeme."

And I told you to be kind.



 Come on skinny love just last the year.

El instante.

Esos segundos antes del beso, que sabes que va a pasar pero aun falta un segundo y ese segundo se hace casi eterno.
Que se miran sonriendo con ganas de comerse la boca pero alargan al maximo el momento.
"Hasta que no podemos más..."

sábado, 16 de febrero de 2013

Nada dura tanto como para etiquetarlo de "Para siempre"

Decís que el "para siempre" no existe, que carece de significado, que se utiliza demasiado.
Estoy de acuerdo.
¿Pero no habéis llegado a pensar que sois vosotros mismos quienes hacen que haya perdido valor? Utilizando este término incluso cuando sabéis que no es el adecuado, viendo el final de algo lo nombráis como si fuese eterno.
"Te querré para siempre" decís, cuando sabéis que algo acabará, porque todo acaba. ¿Es miedo de que acabe? El miedo no os da derecho a utilizar este término eterno.
No lo uséis más. Porque abrid los ojos, ¿ves? Nada es eterno. ¿Y si todo se termina por que hay que comenzarlo? Para que gilipollas, sigan etiquetando con un "para siempre", cosas con fecha de caducidad.

Sin conocerte, ya te quiero.

Y es curioso, o tal vez simplemente una burla de la vida, que la persona de la cual nos enamoramos es, en la mayoría de las ocasiones, aquella que muere a nuestro lado y conocemos a medio camino, y no esa que nace a nuestro lado y con la cual no morimos.
Y tal vez, siendo aún más curioso, no hemos llegado a pensar que no hay amor que llene más que el materno, puesto que es un "Sin conocerte, ya te quiero", y que el otro tipo de amor, el de pareja, es un "Te conozco, y ya te querré".

Puta locura, dijo. Y no, no estaba loca...

Sólo lo aparentaba. Y a veces, aterrados a reconocer un sentimiento, sólo nos escondemos bajo la locura, utilizándola como si fuera un disfraz o una capa o un abrigo, simplemente por miedo, de que tal vez, el loco parezca más cuerdo, y así, el cuelo, más loco. (¡Joder! NO LO MERECE). No es la locura un disfraz o una capa o un abrigo. No es una máscara tras la cual esconderse. Es la cara A, siempre la cara A. Y es que todo está barnizado de ello, tan sólo una pizca o quizás en grandes cantidades, ya qué más da, da lo mismo, no quedan cuerdos en el mundo...
Y si los hay, están escondidos bajo la locura. Es lo que se lleva, la excusa perfecta.

Cuando el sol no quería salir porque había pasado la noche sin ti.

Tendré que mirarte por un telescopio, buscar tu señal en la radio, subir a la nave sin un copiloto que sepa cruzar el espacio, siguiendo la estela que deja el cometa que va donde digan tus labios, así me perdí en tu universo de noches fugaces y días extraños.