miércoles, 3 de abril de 2013

Algo que me recuerda a ti.

Hay una canción que siempre me recuerda a ti.
Pero no la recuerdo. Porque no tiene letra, ni melodía. Nadie la canta. No tiene instrumentos, ni acordes. No es aguda, ni grave. No sé tan siquiera si es una canción.
Sólo sé que sí, que me recuerda a ti.
¿No serás tú, tal vez... esa canción? 
Tal vez seas tú esa letra, esa melodía. Igual tú la cantas. O eres el piano, o la guitarra, o los acordes.
Tal vez seas tan aguda como grave. No sé tan siquiera si eres una canción.

También hay un beso que me recuerda a ti.
De tus labios (esos labios...) que son dulces y salados. Amargos, ácidos, picantes, a veces hasta llego a diferenciar los sabores de tus barras de labios... o no, o de tus labios.
Si los muerdo y me muerdes, si los junto a los míos, si mi lengua se funde con ellos, sí, justo en ese momento... Sé que ese beso me recuerda a ti.
O besos en el cuello. O besos sin luz. O besos a pleno sol, pero a ti, sólo uno, que a la vez eran varios, o no... no sé si varios, o un beso tan largo, que lo resumimos en muchos besos.
Tantos besos, que fueron uno.

Lo que no hay, son libros que me recuerden a ti.
Ni uno sólo, qué curioso. Pensaba, tal vez, nada más verte "será poesía", pero no. "O tal vez, una novela de misterio", pero tampoco. ¿Qué escondes, letras tristes? 
No es falta de tinta, ni de pluma, ni de letras.
Eres musa, y poeta. Escribes donde sea, donde te dé la gana. Eres un verso infinito, o una prosa tan extensa, que en tu último libro, terminarás con la letra pequeña.
Y tan pequeña será esa letra, que pensaré, que tal vez sea una señal para darme cuenta, que nunca fuiste libro, pero había que leerte, y antes de terminarte, volver al primer capítulo.
Y escribir sobre ese verso, otro verso, con otro verso, así hasta el infinito.

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